A partir de 1709, y durante más de medio siglo, residió en Asturias, en el colegio benedictino de San Vicente de Oviedo. Su época de su mayor actividad literaria coincidió con su retiro, al final de su profesorado. Contaba ya cincuenta años cuando, sin moverse prácticamente de Oviedo inició Feijoo la publicación de ensayos filosóficos sobre todo género de materias, para desengaño de errores comunes. Entre 1726 y 1740 publicó los nueve volúmenes del Teatro crítico universal, y entre 1742 y 1760 los cinco volúmenes de Cartas eruditas.
Sus disertaciones trataban sobre su afán de acabar con toda superstición y su empeño en divulgar toda suerte de novedades científicas para erradicar lo que él llamaba "errores comunes", lo que hizo con toda dureza y determinación, como Christian Thomasius en Alemania. Feijo se mantuvo siempre informado de las novedades europeas en ciencias experimentales y humanas y las divulgaba en sus ensayos, En cuestión de estética fue singularmente moderno.
Sus discursos suscitaron protestas entre los frailes tomistas y escolásticos, pero fue defendido por el doctor Martín Martínez y los padres Isla y Martín Sarmiento y el mismo rey Fernando VI, quien, por un real decreto de 1750 en el que prohibía que fuese atacado.
Es el filósofo español más importante del siglo XVIII, y se le considera introductor del ensayo filosófico escrito en lengua española. Feijoo murió en 1764, a los ochenta y siete años
